Leyendo Mujercitas (testimonios II)

Continuamos compartiendo testimonios de la sección "Leyendo Mujercitas"




Me encontré con el universo de las hermanas March durante mi adolescencia. Llegó de manos de mi mamá, quien tenía/tiene la costumbre de regalarnos libros para cumpleaños y demás días de celebración. Recuerdo que desde el primer capítulo, desde el cuadro navideño, la novela me cautivó y me hizo querer saber un poquito más de la vida de cada una de las jovencitas. Cada una tenía algo que me hacía quererla, aunque me identificaba especialmente con Jo y con Bet. Ahora, luego del reencuentro con la obra, creo que además de eso, ese hogar y en el sentido de hermandad que atraviesa la historia hallé algo de mi mundo, algo que durante esa primera lectura vino a decirme algo de mí misma.
 Está de más decir que devoré la novela al estilo Jo, solo que el refugio solitario fue mi cuarto, y por compañía troqué los ratones por gatitos.

Entre esa primera incursión adolescente y la que hice durante estas semanas, junto al grupo, la mayor diferencia que puedo mencionar es haber ahondado en algunas capas más profundas que se me escaparon en ese entonces; detenerme en el telón de fondo, en la red de personajes con los cuales se vincula cada una de las hermanas; así como acercarme más comprensivamente a los sermones de Marmeé y al hilo moral que recorre la novela.
Debo agregar que en esta oportunidad realicé la lectura completa de la historia, ya que la edición que tenía incluía solamente la primera parte. Disfruté tanto la segunda parte como la primera, sin embargo me encontré con ciertos guiños que anticipaban hacia dónde se encamina cada una de las hermanas; así como también aparecieron momentos que no me los esperaba y que llegaron a punzarme el corazón.
En definitiva, he podido hacer una lectura más completa y profunda; que me permitió seguir sosteniendo que tengo un pedacito de las cuatro March en mí, especialmente la idea de hermandad, como ya lo escribí; así como las de hallar motivos, perseguir sueños, transformarlos y darle forma a nuestro andar peregrino.
María Alejandra

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Buenas. Va mi tarea, un poco atrasada.
La primera vez que leí mujercitas fue cuando tenía 9 o 10 años. El libro estaba en la biblioteca de casa, junto con otros de la colección Robin Hood. Había sido de mi mamá cuando era chica y ella lo guardaba con cariño. No recuerdo si lo leí por recomendación de ella o porque leía todo lo que se me cruzaba. A partir de esa primera lectura, lo leí muchas veces, siempre solo la primera parte. Al tiempo, alguien me prestó la segunda y pude continuar la historia. Pero para mí Mujercitas será siempre esa  lectura de vacaciones escolares, imaginar esa casa que para mí tenía de todo, a pesar de la probreza que siempre se señalaba e imaginar la vida con tantas hermanas. Recuerdo identificarme absolutamente con Jo y odiar a Amy. Si, la odiaba.
Recuerdo querer escribir como Jo lo hacía e implementar el buzón en el fondo de casa. Claro que al ser solo mi hermano menor y yo y no tener vecinos de nuestra edad, el experimento duró una semana y no fue tan divertido como en el libro.
Ahora estoy releyendo otra edición y me estoy amigando un poco con el personaje de Amy y me hacen ruido las intervenciones de Marmee, sobre todo en la primera parte, siempre "bajando línea".
Estoy disfrutando mucho esta relectura en conjunto, todos los comentarios, sugerencias y datos que circulan por acá me parecen muy interesantes. Gracias! Nos seguimos leyendo.
Laura

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¡Hola a todxs! Antes que salga la nueva tarea. Soy una de las cuatro o cinco que no había leído "Mujercitas" antes. Es mi primera lectura. ¿Por qué no la habré leído? No lo sé. De chica leía todo lo que andaba dando vuelta y en algún momento llegó a casa una edición de Billiken, pero nunca la agarré. Tal vez por el prejuicio de pensar que era una lectura "de nenas". O porque en algún momento las ediciones de Billiken me parecieron de pequeños. Mi mamá nunca la leyó, y mi papá, mi gran proveedor de lecturas, tampoco.
Ahora la comencé solo por la experiencia de leer en conjunto de lo que tampoco había participado antes (fuera del trabajo o el estudio). En cuanto a la obra en sí, gusto mucho de la construcción de los personajes. Como si cada uno de los personajes femeninos tuvieran algo de lo que somos en conjunto. Además, pienso en los desafíos al deber ser de la mujer en la época. Hace un tiempo, hubo una discusión a raíz del "conservadurismo" o no de esta obra con la familia de una alumna y desde entonces me debía el acercamiento a esta obra que estoy disfrutando. Al igual que muchas que compartieron su tarea, me hace ruido la voz de la Sra March bajando línea, pero también los momentos en que las chicas asumen ese tono moralista. Amo las descripciones de los espacios y las casas.
Para resaltar, es un gozo absoluto esta experiencia colectiva de lectura. Comparar ediciones, traducciones, puntos de vistas me  invita a la diversión en pleno. :) Espero encantada los comentarios de quienes están leyendo.
Laura, de Córdoba

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Mi tarea 📖
Cuando estaba en segundo grado participé de un concurso de lectura en la escuela y salí segunda. De premio me regalaron una edición de Alicia en el País de las Maravillas de la colección Robin Hood. Cuando llegué a casa mi vieja me preguntó con sorpresa si iba a leer ese libro tan gordo. A mi respuesta positiva mi vieja fue y abrió el secreter de su ropero y sacó una pequeña pila. "Heidi" también en la colección Robin Hood, "Mujercitas" de la colección Iridium, "Marianela", "La gitanilla" y varios otros. "Te los regalo" dijo y fue mi paso definitivo a los "libros gordos". Un viaje de ida, un amor para siempre a la novela como género, aunque hoy adulta leo ilustrados, álbumes, poesía e historieta con igual pasión, pero el amor a la novela y a la narrativa, a la magia de meterse a otro mundo, ponerse en la piel de alguien más, vivir su vida, soñar sus sueños, tener sus aventuras, amar a sus amores, viajar por todo el mundo, es una magia a la que no puedo ni he podido nunca resistirme. No podría decir cuántas veces leí "Mujercitas", no lo sé, no creo que importe. Escribía, escribía como Jó, sin poder parar el torbellino que bullía dentro de mi cabeza, me aislaba en mis buhardillas que eran otros rincones a leer por horas y horas y horas. Amé a Laurie, recién adulta pude comprender qué tipo de vínculo habían tejido y entendí la respuesta de Jo aunque en muchas de mis primeras lecturas no pude perdonarlos (a ambos por diferentes razones). Tuve un par de Lauries en mi vida, se perdieron en el camino. Detesté a Amy, quise abrazar a Beth tantas tantas veces, no me identifiqué jamás con Meg a pesar que yo era la mayor de 4 hermanos, y que era y fui siempre responsable, y me casé y armé una familia, y un compañero fue lo que añoré por años y años.  Y viene ahora un test y me dice que soy Meg y me doy cuenta que siempre lo fui. Já. No quiero spoilear pero de la segunda parte de Mujercitas no me recuperé hasta que llegó la película de 1994 y los actores pusieron lo que le había faltado a los libros. Me resigné a que la realidad es una de cal y una de arena y uno se va acomodando como puede y quizás hasta puede ser feliz. El segundo libro me cerró cuando leí la introducción de la edición de Penguin Clasicos y entendí los requerimientos editoriales. Perdoné a Louisa May Alcott con todo mi corazón. Esa lectura de 2016 fue una lectura adulta, la leí como promotora de la lectura y adulta dedicada a los libros. La leí con mirada teórica, buscando los huecos de las adaptaciones infantiles, reflexionando sobre el rol de la mujer en esa época, una mirada estudiosa, atenta. La cuestión moralizante me molestó mucho pero en general el libro me gustó, lo disfruté. Pero era otro libro, otra historia que no tenía mucho que ver conmigo. De alguna manera con ese libro entré en el mundo del contexto de Louisa, después de ese llegaron otros libros: El legado de Mujercitas, decenas de artículos sobre la obra y la autora. Casi sin darme cuenta me fui haciendo fan de esa cosa que rodea el libro y la historia.
Hoy estoy leyendo otra edición (me doy cuenta que en cada etapa leí siempre ediciones diferentes), la de Márgara Averbach y no logro darme cuenta si lo que siento es debido a su traducción, cercana y bonita, o a este entorno en el que leo (a días del estreno de una nueva película y al resguardo de una lectura junto a ustedes, mujeres lectoras, editando sus videos y leyendo sus testimonios). Les cuento qué me pasa: me estoy encontrando de diez años entre las páginas. De pronto estoy en el descanso de la escalera de la casa de mi abuela leyendo a la luz de los vidrios esmerilados, o tumbada en el sillón morado con los pies colgados del apoyabrazos, estoy con Laurie bailando una polca o en el lago patinando y siento el viento en la cara, juego con los gatitos de Beth como hago con Noche y Carbón. Me siento al piano a tocar canciones de Navidad. Y me doy cuenta que cuando vaya a ver la película voy a llorar y llorar.
(Perdón la extensión. Gracias por esto chicas. Hay una pequeña magia en toda esta movida).
Barbi

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En uno de los primeros mensajes (sino el primero) conté de mi encuentro con "Mujercitas". Conté que no fue amor a primera vista. Conté que me resistí a leerla y que cuando una hepatitis me dejó sin lectura, cai en sus garras para nunca salir.
Quiero continuar esta historia un poco más para poder contar finalmente que me pasa ahora.
A los 15, 16 años advertí que  tenía que dejar ir mi etapa "Mujercitas". Si bien leía como un aparato otros libros, al menos una vez al año me sumergía en el sillón del living, día tras dia, con un kg de manzanas y leía de corrido toda la saga. Mi familia se mudaba de ciudad y me sentí que debía dejar atrás una manera de vivir las cosas ante la puerta de una nueva etapa. Tomé todos los libros, los empaquete y se los regalé a una prima muy querida y más chica, para que fuera su nueva guardiana. Allá fue el primer libro que compré con mi plata de cuidar chicos ("Señorita ") y con un estrujon del corazón dije adiós a la familia March y por supuesto a Jo.
Así pasaron los años. Durante mucho tiempo lo pensé en "Mujercitas". Aunque si de pronto lo hacía... era como volver a esos lugares de la infancia que tan puramente son refugios.
Confieso que me sumé que este grupo a pesar de mi falta de tiempo y mis corridas de final de año, añorando. Me compré una versión nueva de Mujercitas que estoy leyendo... pero me encontre leyendo con eco: mi voz adulta y mi voz niña haciendo coro en mi corazón recuperando la vieja historia.
Hace unos pocos días recibí un regalo tardío del 24. Un paquete con tres libros viejos, ajados. Mi madre había rastreado los libros de mi infancia, a pura cinta scocht los habia rearmando y me los volvía a regalar con una dedicatoria que en síntesis me pedía que recordara esa alegría de la infancia y que dejara que llenara mi corazón.
Abrí los libros como cuando se abraza a un viejo amigo. Esos abrazos que se hacen en el ahora pero también están ocurriendo en el pasado.
Allí estaba nuevamente el cobijo. Las lágrimas, las risas, el amado huerto, la deseada buhardilla... la escritora que una vez quise ser y al final no fui. Los cánticos, la harina, las flores.
Y lloré... pensando en esa niña y en esta mujer que fui y que esto siendo.
No puedo hablar de calidades de nada respecto a este libro. No es que me falten categorías para poder aplicarle. Simplemente no puedo. Sigue siendo una puerta que abre mi infancia a mi adolescencia y que ahora la abre a mi adultez. No se bien que tiene que me permite actualizarme de esa manera.  Pero si sé que lo único que quiero hacer es disfrutarlo.
Gracias por este espacio... a quien lo propuso y a ustedes, querides, que lo sostienen a fuerza de corazón.
Perdón lo largo del texto. Pero no quería dejar de compartir todo esto con ustedes.
Paine

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